10 de junio de 2014
Hoy
comenzamos el desayuno con gambas al ajillo. El motivo es que hemos detectado
que la nevera no enfría lo suficiente, así que debemos de comer la comida que
hay en el congelador lo mas rápido posible. No es que sea precisamente un plato
de desayuno pero estaba buenísimo, bien picante, como nos gusta.
A
las diez de la mañana el sol era ya insoportable, pero decidimos visitar la
torre de Pisa. El camping queda a unos veinte minutos de la torre, andando, y
la ruta se hace durante un trayecto por un túnel que es de agradecer. En los
alrededores de la torre, el olor a cuero inundaba el aire caliente. Durante
unos segundos pensé que me encontraba en el zoco de Marrakech, no se si huele
así pero me lo imaginé.
Pisa no se ni como es, solamente nos paramos a ver el Baptisterio, el Duomo y su famosísimo campanario inclinado; realmente impresiona ver la inclinación de la torre, se hace increíble que aun se sostenga de pie. El calor apretaba y la multitud de gente hacia difícil sacar una fotografía, aunque no fuera la “típica” de sostener la torre.
Casi debajo de la torre, fue cuando vi el ingenio de los italianos para impedir que se caiga, como se puede observar en la fotografía ¡la sujetan con un hilo negro!. J. Curiosidades que si no se viaja no se ven.
Pisa no se ni como es, solamente nos paramos a ver el Baptisterio, el Duomo y su famosísimo campanario inclinado; realmente impresiona ver la inclinación de la torre, se hace increíble que aun se sostenga de pie. El calor apretaba y la multitud de gente hacia difícil sacar una fotografía, aunque no fuera la “típica” de sostener la torre.
Casi debajo de la torre, fue cuando vi el ingenio de los italianos para impedir que se caiga, como se puede observar en la fotografía ¡la sujetan con un hilo negro!. J. Curiosidades que si no se viaja no se ven.
Decidimos
rápidamente volver al camping, riéndonos recordando un blog que habíamos leído
cuando preparábamos el viaje, de unos que hablaban del calor de la Toscana y
que llegados a Pisa, aunque aun estaban en territorio Ligur y no de la Toscana,
decidieron volver en otras fechas y partieron para los Dolomitas en busca de la
brisa de la montaña. Así que me paso todo el tiempo recordándoles y de vez en
cuando le digo a Tino:- ¡Que razón tenían largarse de la Toscana!. Pero ya esta
siendo como un reto ver los días que consigo no morirme deshidratada, y mi
capacidad y tolerancia al calor, que hasta hace poco era bastante nula. Al
llegar de ver la torre de Pisa, quede empapada en sudor como hacia muchísimo
tiempo no recordaba, si ese tipo de sudor adelgazase, estaría ya con un tipo de
anoréxica. Me he pasado todo el día bebiendo agua, me vale todo, con gas, sin
gas, caliente o fría, y lo mas curioso son las pocas veces que visito el WC a
pesar de los litros de agua que bebo, hablo bien, digo litros y en plural…
Como
Pisa se ve rápido, pusimos dirección a San Gimignano haciendo un alto en el
camino para comer “todos” los calamares en su tinta que traíamos en el
congelador, digo todos porque eran en abundante cantidad, así que decidimos no
asociarles hidratos de carbono, sino una ensalada de hoja verde, si como hacer
eso fuera menos cantidad. Tomar el café fue de nuevo estar en un baño de sudor,
tanto fue así que aunque Tino tenia programado pernoctar en un área de
servicio, yo preferí ir de camping y tener al menos duchas con cantidad de agua
suficiente para calmar la sensación de calor.
En el camping de Pisa nos recomendaron uno de la misma línea en San Gimignano, y por clientes, derecho a un descuento del 10%; no lo pensamos ni dos veces. El plan era llegar al pueblo, visitarlo y pasar la tarde en la piscina del camping; pero existe un dicho que dice: “el hombre propone y Dios dispone”, para explicar los contratiempos que siempre surgen. En el camino el tonton volvió a jugárnosla, Tino llego a la conclusión que en lugar de actualizarlo lo que hizo fue desactualizarlo aun mas de lo que estaba, pues hay carreteras que desconoce absolutamente. De camino nos encontramos también con la fatalidad de que los italianos tienen las carreteras cortadas por doquier. Conclusión de todo esto, que nos perdimos y para llegar al pueblo tuvimos que hacer un recorrido por la montaña, así descubrí que la Toscana no es llana, sino que en su paisaje existen pequeñas colinas de color verde , grandes plantaciones de arboles salpicados de plantas color amarillo y amapolas rojas.
Pasando por el Valle d’Elsa percibí el olor de la Toscana. Huele a flores; a rosas y tilos. Un perfume que embriaga. Tuve exactamente la misma sensación que en el pueblo de Grasse, en Francia, donde a las horas punta de calor, rocían el ambiente con agua y colonia, dando a sus calles el perfume de sus creaciones; pero en la Toscana es el propio aire quien perfuma el ambiente.
Enamorada ya de la Toscana llegamos al pueblo de San Gimignano y nos alojamos en el camping, a tan solo dos kilómetros del casco antiguo.
Al final de la tarde y antes de que el sol se ponga decidimos dar un paseo desde el centro del pueblo al camping, se hace el recorrido en media hora. Aprovechamos para sacar algunas fotografías.
Caminas entre cañaverales, olivos y vides, a lo largo de la carreta, y el aroma de flores de tilo. Bonitas sensaciones para terminar el día.
En el camping de Pisa nos recomendaron uno de la misma línea en San Gimignano, y por clientes, derecho a un descuento del 10%; no lo pensamos ni dos veces. El plan era llegar al pueblo, visitarlo y pasar la tarde en la piscina del camping; pero existe un dicho que dice: “el hombre propone y Dios dispone”, para explicar los contratiempos que siempre surgen. En el camino el tonton volvió a jugárnosla, Tino llego a la conclusión que en lugar de actualizarlo lo que hizo fue desactualizarlo aun mas de lo que estaba, pues hay carreteras que desconoce absolutamente. De camino nos encontramos también con la fatalidad de que los italianos tienen las carreteras cortadas por doquier. Conclusión de todo esto, que nos perdimos y para llegar al pueblo tuvimos que hacer un recorrido por la montaña, así descubrí que la Toscana no es llana, sino que en su paisaje existen pequeñas colinas de color verde , grandes plantaciones de arboles salpicados de plantas color amarillo y amapolas rojas.
Pasando por el Valle d’Elsa percibí el olor de la Toscana. Huele a flores; a rosas y tilos. Un perfume que embriaga. Tuve exactamente la misma sensación que en el pueblo de Grasse, en Francia, donde a las horas punta de calor, rocían el ambiente con agua y colonia, dando a sus calles el perfume de sus creaciones; pero en la Toscana es el propio aire quien perfuma el ambiente.
Enamorada ya de la Toscana llegamos al pueblo de San Gimignano y nos alojamos en el camping, a tan solo dos kilómetros del casco antiguo.
Como el calor aún apretaba optamos por el bus para subir al pueblo. Salía justo del camping. Los italianos tienen buena fama de locos de la conducción y así lo corroboramos. Subirse en aquel autobús fue peor que hacer la doma de un caballo salvaje en el oeste. Cada bache que topábamos, el conductor aceleraba y el autobús brincaba y yo con él. Para obtener el billete, existen unas maquinas expendedoras dentro del autobús, que tras meter piezas de euros y cincuenta céntimos, te entrega el ticket. Entre aquellos saltos y el poco equilibrio mío, metí las monedas pero la maquina se quedo con todo, dinero y billete. Yo me negué en rotundo a repetir el intento con nuevas monedas y dado que la posición de las maquinas era en la parte trasera, y el conductor iba en la delantera, callé y decidí hacer el trayecto sin dinero y sin billete. Pero como os decía, era un cabalgar de potro furioso, mas que ir en autobús ; y justo al pasar el veinteavo bache , retumbaron todos los ajustes metálicos e incluida mi cicatriz de una vieja operación, y la maquina de los billetes regurgito el dinero en premio de consolación.
Finalmente pudimos poner pie en el precioso pueblo medieval, turístico, pero sin agobios, al menos en estas fechas.
La luz del atardecer se refleja en los campos y puedes ver todas las
tonalidades de colores de amarillos, ocres y verdes. Degustamos un vino
acompañado, en lugar de una tapa de picoteo, como es habitual en Asturias, de
un litro de agua de San Peregrino para calmar la sed. A pesar del olor a pizza
y especias preferimos no comer, solo queremos beber en este ambiente de calor.
Finalmente pudimos poner pie en el precioso pueblo medieval, turístico, pero sin agobios, al menos en estas fechas.
Al final de la tarde y antes de que el sol se ponga decidimos dar un paseo desde el centro del pueblo al camping, se hace el recorrido en media hora. Aprovechamos para sacar algunas fotografías.
Caminas entre cañaverales, olivos y vides, a lo largo de la carreta, y el aroma de flores de tilo. Bonitas sensaciones para terminar el día.
NOTA: Información para autocaravanistas
El
camping de San Giminignano se llama Il Boschetto Di Piemma, esta situado a dos
kilómetros del pueblo. Comunicado por autobús con el centro, con una frecuencia
de aproximadamente media hora. Tiene
piscina. Internet por Wifi en el área del bar previo pago de 3 euros una hora y
4 euros 24 horas. Pero en nuestro caso fuimos incapaces de utilizarlo debido a
que se desconectaba continuamente. Con un 10 % de descuento que nos correspondía
pagamos 26 euros la noche . Internet a parte.
Dirección:
Santa
Lucia n. 38 /C - 53037 San Gimignano
Teléfono:
+39 0577907134
GPS:
Latitud
(Norte) 43º 27’
13’’
Longitud
(Este) 11º 03’ 14’’
1 comentario:
Me da la cálida de su historia: Veo todo por mis ojos, tu trabajo duro, soplo y dispensar con el calor. Suerte y no acalorarse...jejeje
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