16 DE JUNIO DE 2014
Luce el sol desde primeras horas de la mañana, aunque no con
la intensidad de la Toscana. Nuestro nuevo amigo, Don gato, ha venido a
saludarnos.
Encorva su lomo mientras se roza con nuestras piernas y se deja
acariciar. Es como si hubiera leído mi mente y supiera que me encantan los
gatos, que son mis animales preferidos.
Tenemos buen “feeling” y me augura un
buen día. Después del saludo gatuno una buena ducha con el agua caliente. Este
camping es con mucho el mejor de todos los que, hasta el momento en este viaje,
nos hemos encontrado.
Ayer,
he visto anunciado que hoy es día de mercadillo. Me gusta mezclarme entre las
gentes y observar los puestos con diversos productos, a veces con aromas de
comida y especias. En este viaje aún no hemos coincidido con ninguno, así que
le propongo a Tino visitar éste antes de irnos; puede que encontremos pan
artesanal. En esa idea nos adentramos en el pueblo, siguiendo los letreros escritos
medio ingles, medio alemán, y un cuarto de italiano. Porque en esta zona, aunque
pertenece a Italia, yo creo que la mayoría habla alemán o alguna lengua de la
zona que a mis oídos, y ante el desconocimiento, es como si fuera alemán. Mas
tarde me enteraría que es el ladino, antigua lengua de la zona de los Dolomitas.
Después de caminar por los recovecos una media hora, no encontrar mercadillo
alguno, y si ver un “panificio”, decidimos hacer provisión de pan y ponernos en
ruta. Yo continuaba intrigada por el mercadillo y no puede evitar preguntar a
la panadera. En efecto, hay mercadillo, pero solamente es los meses de julio y
agosto, o a lo sumo ultimo fin de semana de junio. Las ventajas de ser la
avanzadilla en las vacaciones veraniegas, hace que en ocasiones nos perdamos
ciertas cosas. Visto que me quedo sin poder comprar pan artesanal, me decido a
probar los diferentes panes que se venden. No entiendo absolutamente nada de
los letreros que clasifican los distintos productos, finalmente llegamos a la
conclusión que el pan es de “escanda” con una mezcla de anises y cominos. Yo
como siempre, probando todo tipo de comidas, compro el pan. Reconozco que es
“diferente”; incluso diría que
apetecible, solamente le encuentro un problema a los cominos y anises, que en
algunos momentos es como si una arena dura se incrustara entre tus dientes
produciendo las molestias correspondientes.
Ante
el fracaso del mercadillo decidimos ponernos en ruta. Antes de continuar con nuestro
viaje programado, nos acercaremos al Lago
Carezza. Ayer, la señora que atendía la recepción del camping, nos animo a
hacerlo. Nos dijo que no podíamos pasar por allí sin visitar el lago. Aunque no
nos pilla de paso, pues es en otra dirección, estamos dispuesto a conocer el
pequeño lago. Parece ser que está a una media hora y que hay un parking donde
podremos dejar la camping-car sin problemas. Después de un último intento con
internet, que como en la mayoría de las paradas en este viaje, no funciona nada
bien, y ante el fracaso de la conexión, no queremos demorar mas la salida y nos
ponemos en ruta.
Retrocedemos a Pozza
di Fassa y de allí nos dirigimos a Vigo
di Fassa. Rondamos los 1400 metros de altura. La temperatura puede que sea
de unos 16 grados, la mañana que se despertó con un cielo tirando a azul deja
ver nubes mas grisáceas.
Es una lástima no poder admirar estos paisajes con la
luminosidad del sol. Seguimos la carretera al Passo de Costalunga, una subida de apenas 400 metros, pero el
recorrido es estrecho y lleno de curvas; voy entretenida haciendo fotografías y
mirando el paisaje con las casitas de madera de vez en cuando perdidas en
pequeños retazos de pradera, en la que flores multicolores avisan que estamos a
finales de la primavera.
Pero lo mas impresionante es ver las montañas. He
leído mucho sobre el color de los dolomitas, ese reflejo rosado al atardecer
con la luz del sol, y en este viaje, yo solo veo tonos grises, azules, y
tierra; con algunas zonas blancas provocadas
por los restos de nieve.
Las montañas me siguen atrayendo. Cuando comienzo a
fotografiarlas mi dedo no es capaz de dejar de apretar el botón para captar las
instantáneas que mi ojo ve. Luego, no es lo mismo, cuando miro la fotografía,
ésta no se iguala a la imagen de la realidad e intento en vano captar de nuevo
esa imagen para el recuerdo. Así es como vamos aumentando el numero de
fotografías de nuestro viaje.
No
sabemos exactamente donde queda el Lago, la única referencia que tenemos es que
hay una llanura donde podemos dejar la autocaravana. Detrás de una de las
tantas curvas que hemos pasado, a la izquierda vemos una pequeña planicie y un acumulo
de agua. Enfrente una gran construcción de madera que es un complejo hostelero
de restaurante, bar y que posiblemente sea un club a determinadas horas. La
colección de agua , apenas una pequeña balsa artificial, no puede llamarse
lago. Yo miro decepcionada a Tino y le planteo si eso puede tratarse del lago
Carezza. Durante diez segundos estamos
convencidos de que sí, que todo nuestro esfuerzo de la mañana ha sido en vano.
Tino y yo dudamos nuevamente de que eso sea así. Es imposible que la señora del
camping, que nos pareció absolutamente correcta y normal, haya interceptado
nuestra ruta diciéndonos que era la maravilla de la zona y debíamos visitarlo.
Ella no aparentaba estar con ningún tipo de delirio. Ante la decepción, propongo
a Tino tomar un café y confirmar si aquello es el lago. Nos despista que los
coches paren allí y que grupos de excursionistas, a pie, pasen por el cumulo de
agua. ¡Primero el café y luego aclarar aquello!.
Al
entrar en el bar, una terraza de madera es la antesala, llena de sillones cómodos
y mesas con sombrillas. Pero hace mas bien fresco, así que pasamos al interior.
Una joven chica, vestida de tirolesa nos atiende. No comprende francés y
malamente italiano; o somos nosotros los que no comprendemos J.
Finalmente la palabra
Coffe , expresso, café, es de fácil comprensión. Tengo hambre y quiero probar
algo de la zona. La chica me oferta un “Pretzel”, bollo de pan duro y salado.
Yo lo conozco de mis viajes a Alsacia y acepto su oferta. Le pregunto a la
chica donde queda el Lago Carezza con el deseo íntimo de que nos indique que no
es el charco de agua que esta justo en frente. Ella me dice que cruzando la
carretera adelante; pero que llevemos “la maquina”, como llaman a los coches,
porque aún queda un poquito. Mis ojos se iluminan al comprobar que todavía no
hemos llegado al Lago. Salgo bailando a ritmo de la música, contenta, en dirección
a la buscada maravilla. Montamos en la autocaravana y continuamos, ahora ya
tranquilos porque la chica nos aseguró que existían letreros que nos avisarían.
En efecto, pronto encontramos un gran cartel que nos informa de la cercanía del
lago. Cuando vemos toda la infraestructura que esta montada alrededor del lago
no nos queda otra que reírnos de nuestra equivocación anterior. Un enorme
parking al extremo derecho de la carretera, da albergue a un gran numero de
coches y autobuses, que supongo en pleno verano estará todo ocupado; pero hoy
la mayoría de plazas están libres. Pagamos la entrada al lago, todo el complejo
turístico esta muy bien montado. Desde el parking se accede por una especie de
túnel que cruza la carretera a la zona de restaurantes y boutiques de suvenires
y lógicamente al lago. Vamos en dirección al él y no me queda otra que
exclamar:
- ¡Esto si que es bonito de verdad!. Siento como entro en un mundo de
fantasía. Un bosque de abetos verde, como un manto que cubre los pies de la
montaña, rodea el lago que esta justo enfrente de mis ojos.
Un grupo de
montañas, coronan el lago de aguas cristalinas. Latemar, con sus cumbres nevadas se refleja en las aguas. Veo un
paseo que bordea todo el lago. No me conformo con quedarme en la plataforma, donde
puedo leer la Leyenda del Lago Carezza ; y la altura de las montañas Latemar, que están justo enfrente de mi, unos 2749 metros. Pronto
quiero hacer todo el recorrido y sentirme inmersa en aquella fantasía hecha
realidad. Mi cámara no es capaz de recoger la claridad y los contrastes de luz,
no obstante yo no paro de fotografiar.
La brisa es fresca. El
agua es como espejos que nos refleja, pero fijándose bien se pueden ver las
piedras del fondo e incluso flores que crecen o han sido cubiertas por el agua
y que se mantienen fuertes dentro del lago. Tengo la sensación que es algo
mágico. Apenas hay turistas, es increíble poder pasear tranquilamente por su
orilla. El bosque de abetos hace que me imagine que estoy en el mundo de hadas
y elfos, gnomos y ninfas.
El suelo esta tapizado de fresas salvajes que
comienzan a dar los primeros frutos, mas adelante puedo ver los matorrales, en gran
numero, de arándanos con sus frutos aun de color verde.
Continuo y veo líquenes
por doquier y un pequeño grupo de helechos que me hacen imaginar que es como
una reproducción en miniatura de un pequeño bosque, donde las plantas son los
arboles.
Veo como las raíces de los abetos surgen de la tierra como cicatrices
que marcan el suelo. Todo es frescor y se siente la vida de la primavera.
Pequeños
manantiales al borde del lago que surgen del subsuelo y que vuelven a
introducirse hacen ver como se ha formado.
Llegamos a unos indicadores que
orientan de las distancias, en tiempo, de los diferentes caminos que se pueden
tomar. Pensábamos dedicar media hora al lago pero, esta maravilla nos aprisiona
y, queremos disfrutar aun mas de su belleza. Alcanzo a leer en el indicador que
por la senda numero 12 se llega al Lago Di Mezzo y tan solo en veinte
minutos. No lo dudamos, comenzamos la pequeña escalada para llegar a ver el
segundo lago anunciado. La pendiente es suave y corta, pronto llaneamos y, como
el paseo es metidos en el bosque y con las sombras de los arboles, se hace muy
agradable y entretenido.
Los grandes troncos de arboles invitan a jugar al
escondite; el suelo se haya tapizado de pradera verde. Justo a los veinte
minutos llegamos al Lago Mezzo.
Entre
dos arboles y enmarcados por las ramas, a modo de ventana, vemos el segundo
lago. Mas pequeño, pero igualmente de agua cristalina y rodeado de bosque.
Una
pareja en situación romántica están sobre una balsa navegando en solitario. No
hacemos ruido, me siento como si los espiara, pero no quiero interrumpirles su
momento de intimidad. Se les oye reír.
Miro en la orilla y veo una balsa hecha
de troncos y con dos ramas a modo de remos para navegar, similar a la de los
chicos jóvenes. Me apetece un montón meterme en las aguas cristalinas sobre la
balsa, pero llevamos las maquinas fotográficas y no estoy muy segura de nuestra
pericia como marineros. Eso hace que mi impulso se frene, quiero conservar las
fotografías y si nos caemos, cosa bastante probable, echaríamos a perder todas
las fotografías y las cámaras. La balsa esta mojada y sentarnos en ella
supondría como mínimo mojar toda la ropa. Nos hacemos fotografías para el
recuerdo y respiramos en profundidad el aire limpio que corre entre las ramas
de los arboles. Solo aquella pareja y nosotros, es increíble que exista un
lugar así y sin apenas turistas. Una fantasía, un bosque de magia, un lago de
ensueño y ¡apenas hay gente!. Unos minutos mas tarde oímos llegar a una familia
con niños. Nosotros tomamos la retirada una vez que llegan cerca de nosotros y
que decidimos no adentrarnos en las aguas del lago. Bajamos de nuevo al Lago Carezza, pero envueltos en la magia
del entorno. Latemar se refleja en
las aguas y, es difícil hacer una fotografía al lago en que se vea el bosque y
el agua, en realidad es imposible. Siempre sale el reflejo de las montañas y el
cielo.
Es
la hora de comer, volvemos a la autocaravana, paso por la tienda y compro un
libro de los Dolomitas, quiero saber mas de este lugar. Tenemos, entre
nosotros, unas palabras de agradecimiento
hacia la recepcionista del camping que tan amablemente nos indico que deberíamos
de conocer este lugar; porque si no es
por su insistencia lo hubiéramos dejado de lado.
Nos
sentimos como triunfadores, con un objetivo logrado. Este viaje esta siendo
casi perfecto, nos sentimos felices de cómo se esta desarrollando.
Nos hemos
retrasado mas de lo previsto y la comida tiene que ser a base de los restos de
ensalada de lentejas y embutidos, no hay mas tiempo que perder. Hoy aún tenemos
que llegar a Chiussa.
Volvemos
sobre nuestros pasos hasta Campitello di
Fassa . Antes de subir a los 2244 metros del Passo Sella, nos paramos a
tomar un café en un bar de carretera en la base del Passo Sella, Allí nos encontramos
con los primeros moteros. Porque desde luego esta lleno de motos que hacen el
recorrido de la montaña. J.
Cuando llegamos a la cima, el viento sopla fuerte,
pero nos tomamos un tiempo para fotografiar el paisaje.Es una bonita imagen ver la autocaravana en lo alto de la montaña
Descendemos
por Ortisei en dirección a Chiussa. Nos encontramos con otra cosa
que llama nuestra atención, las esculturas de madera tallada que adornan plazas
y casas; mas tarde me entero por
internet que es algo típico de la zona. Llegamos al camping que queda
prácticamente en el pueblo, es el atardecer. Ha sido un gran día pero aun queremos dar un paseo para conocer esta pequeña ciudad de Chiussa
Recorremos el tramo un poco declive que nos separa del rio
y atravesándolo, llegamos al centro del pueblo. En la plaza hay wifi libre,
aprovecho para ver el correo. Recorremos
el pueblo y hacemos algunas compras. Queremos probar el queso de la zona, y los
vinos. Entramos en un vinoteca pero desde luego el dueño no es nada experto en
ventas, habla francés y podemos comunicarnos fácilmente, pero llegamos a la
conclusión que tiene una tienda muy bonita pero ni el mismo sabe lo que vende,
pues mezcla todos los vinos dando igual importancia a unos que otros y no
sabiendo especificar bien las características. Tino y yo pasamos de sus malas
explicaciones y optamos por hacer la selección nosotros solos de entre los
diferentes tipos de uvas. Luego pasamos
a comprar dos tazas, pues no teníamos para tomar un buen café con leche; y fruta. Chiussa
es una ciudad cara. He visto varios escaparates con ropa tirolesa pero un
vestido se acerca a los doscientos euros, demasiado para que sea solo un
recuerdo guardado en un cajón.
Tiene rincones muy bonitos y un conjunto de
calles de piedra casi desiertas donde se ve que la gente no se estresa por
nada.
En lo alto de la colina vemos el monasterio benedictino y también en la
ladera una especie de castillo. Nos
gustaría tener mas tiempo para investigar un poco mas, pero los días los
tenemos planificados. Decidimos volver
al camping. A la orilla del rio reconozco el olor de la Toscana. De nuevo los
Tilos en flor me regalan su aroma. Subimos la carretera y yo tengo tantas
imágenes en mi cabeza que deseo escribir mis sensaciones para no olvidarlas,
por eso mientras Tino prepara la cena, que será bonito enlatado artesanalmente con
una ensalada de tomate, yo me siento con el ordenador fuera de la camping-car
haciendo patria y tomándonos una botella de sidra.
Hoy ha sido un día
estupendo. La luz se va marchando y la noche comienza a caer. A lo lejos, en la
montaña justo en frente de nosotros, podemos ver el Monasterio iluminado.
Bonita imagen para despedir el día.
Informacion para
autocaravanistas
Chiussa
Camping Gamp KG
e-mail: info@camping-gamp.com
Tel. 0472. 847. 425.
Una noche con luz y resto de servicios. 35,20 euros. El
camping queda como a un kilometro del pueblo; se camina fácilmente. Dispone de
piscina. (no hemos utilizado). No tiene
Wifi.
GPS
Norte: 46.64148º
Este: 11.57397º
Lago Carezza
GPS
Norte: 46º 24.619’
Este: 11º 34.551’
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